Que pueda tocarlo: la decadencia del formato físico

Un videojuego que pueda tocar

Muchos jugadores veteranos han visto un curioso cambio en sus habitaciones “gamer”. En las baldas que antes se llenaban de cajas y más cajas de cada uno de los títulos que habían comprado, ahora solo quedan los que más interés les han generado.

Con las redes de internet actuales y su velocidad, se ha conseguido lo impensable hace no tantos años: que los soportes físicos que contienen datos digitales (cartuchos, CDs, DVDs, Blu-Rays y similares) sean cada vez menos usados y menos relevantes.

No hace falta tampoco fijar nuestra mirada únicamente en el mundo de los videojuegos. ¿Cuál es la última vez que vosotros (sí, sí, vosotros) utilizasteis un DVD o Blu-ray para ver una película o un USB para copiar algunos datos? Si uno no es coleccionista, raramente lo hará. Y, a través de ello, podemos ver que el salto a lo digital es cada vez más omnipresente.

El ritual de tener una compra física y un objeto tangible ha sucumbido ante la comodidad de darle a un clic. Puede que las causas también radiquen en la necesidad de lo inmediato, los cortos períodos de vida de popularidad de un juego o simplemente que a la propia industria también le resulta más rentable.

La fabricación y la distribución de todo el material para el lanzamiento de un título puede agilizarse mucho gracias a los canales online. Y también con ello el calendario de lanzamientos, las correcciones de errores o incluso la retirada de un producto.

La edición coleccionista ¿los salvará?

La segunda vida del formato físico se está dando de una forma extraña con las ediciones coleccionista. La salida de algunos títulos populares y no tan populares, conllevan en su oferta la edición coleccionista, que viene acompañada de mejores materiales de embalaje, alguna figura, libros de arte del juego, banda sonora e infinitos artículos relacionados con el videojuego. Todo con un precio evidentemente muy superior a la versión normal.

Algunas de estas ediciones coleccionistas son dignas de ocupar media casa entre todo el material que contienen. Por poner algunos ejemplos, Far Cry 6 venía con una réplica de un pequeño lanzallamas. En el caso de Fallout, tenemos el Pip-Boy del juego que podremos usar y con Death Stranding podíamos conseguir incluso el bebé encapsulado del juego a tamaño real. Raro es el lanzamiento de un juego superventas que no tenga una o incluso dos ediciones coleccionistas o especiales para los fans más comprometidos.

Cada uno con unos precios que siempre superan holgadamente las tres cifras y que harán las delicias de los especuladores en reventas y similares.

Pero cuando hemos mencionado el contenido habitual de estas ediciones coleccionista ¿no creéis que hemos olvidado algo? Sí, lo más curioso de estas ediciones es que, en muchas ocasiones, por asombroso que parezca, no incluyen el propio juego. O, si lo incluyen, contienen tan solo un código para ir a la plataforma digital de turno y descargarlo online. Al final, volvemos al punto de inicio y la tendencia hacia el formato digital también aparece donde menos lo parece, valga la redundancia.

Por todo ello, el factor de conservación de muchos juegos se está viendo amenazado. Las plataformas digitales son las que contienen los videojuegos, pero estas pueden desaparecer ante la falta de rentabilidad o por otro tipo de factores. Sin ir más lejos, este mismo año, dos grandes favoritos para llevarse el premio GOTY 2023 (Game of the Year), como son Baldur's Gate III o Alan Wake II, no cuentan con formato físico ni existen previsiones de que puedan tener. Estos son  Esto puedo provocar la pérdida de videojuegos y de un factor cultural importante en las próximas décadas.